Amor sanador
En la primavera de 1804, Sofía Barat estaba gravemente enferma y los médicos en París sólo podían aliviar su condición, no curarla. Un momento decisivo fue en julio de 1806, cuando Sofía pasó algunas semanas en Grenoble con Filipina Duchesne. Durante esta visita, Filipina ayudó a Sofía a recuperar su salud. Sin embargo, esta recuperación tuvo lugar sólo cuando Sofía había salido ya de Grenoble, pero estaba segura de que fue debido a la afectuosa atención de Filipina.
El 1 de agosto de 1806, Sofía escribió a Filipina diciéndole lo mucho que su profunda amistad significaba para ella y cómo había sido curada:
Tú sabes el estado en que estaba yo cuando te dejé. Todavía estaba en Lyon cuando todos los síntomas habían desaparecido. Todos desaparecieron en una noche. Estoy completamente curada.
Sofía confirmó su curación completa el 30 de agosto de 1806, y dijo a Filipina:
El Señor ha bendecido la atención que me has dedicado. No he tenido más síntomas de mi enfermedad desde Lyon.
A partir de 1818, Filipina y Sofía pasaron su vida separadas, una en Europa y la otra en Missouri. La energía curativa del amor entre ellas existiría siempre, a pesar de estar físicamente separadas, y aunque sus comunicaciones fueran difíciles y erráticas y sus experiencias diversas y difíciles. Con esa energía y ese amor, podían cruzar y re-cruzar las olas del Atlántico y llegar a sus costas. Y de esto estaban seguras, que podían contar con esto, y lo hicieron, hasta el final.
Autora/Imagen: Phil Kilroy, RSCJ, Provincia de Irlandia – EscociaImagen: Montée de Chalemont que lleva al Monasterio de Sainte-Marie-d’En-Haut