Corazón a corazón para los corazones
Desde que he empezado a conocer a Santa Filipina, se ha convertido en mi amiga y compañera de viaje espiritual. El viaje de Filipina al Nuevo Mundo fue el resultado de una conversación profunda y una llamada del Corazón a su corazón para los corazones. Dios la invitó a dejar ir, a actuar y moverse, a confiar en los vientos que habrían chocado con las velas de su Rebecca y a aferrar el timón con fuerza y valentía en alta mar.
A pesar de que Filipina enfrentó muchos contratiempos, estos no alteraron su sueño de llegar a los corazones que anhelaba tocar. Era una educadora y amaba a los niños. No podía hablar el idioma de la gente, hablaba con su corazón más que con las palabras. De hecho, dejó una huella indeleble en sus vidas. Sin duda, los niños Potawatomi probaron su compasión, y los que la veían orar en silencio la llamaron "la mujer que reza siempre".
Hoy, la voz de Dios nos llama a profundizar en nuestros corazones, a levantarnos contra todas las adversidades. La seguridad de que todo dependa de Dios, no de nuestro propio esfuerzo, nos da coraje y nos abre los ojos para poder descubrir cada una de las oportunidades que se abren como una invitación a avanzar hacia un mundo nuevo, a recorrer las llanuras desconocidas, los terrenos rocosos, las montañas y las selvas, para encontrar tantos corazones que están esperando ser tocados y amados.
Elizabeth Kasyoka, NSCJ, Provincia de Uganda – KeniaImagen: Mary Beth Kemper, CPPS