Pensando en Filipina en Fukushima
Filipina Duchesne fue animada por un fuerte llamado de Dios a irse y a estar con la población indígena en América del Norte. La pasión de difundir el amor de Dios la llevó a una tierra y a gente desconocidas. Viajó en barco, lo que le llevó 2 meses - sin internet, sin smartphone, sin Skype. Mientras estaba en América, tuvo que esperar y esperar las cartas de Sofía Barat. La fe, el coraje y la paciencia le permitieron continuar su misión de difundir el amor del Corazón de Dios.
Hoy en día es más fácil para nosotras ir a cualquier parte, llegar a las personas que viven distantes. Sin embargo, no muy lejos de nosotras, la gente vive lejos de estos beneficios como por ejemplo los sobrevivientes del tsunami con los que he estado compartiendo historias durante los últimos dos años.
Aquí en Fukushima, Japón, después del triple desastre del terremoto, tsunami y el accidente de la planta nuclear, en marzo de 2011, un gran número de personas, después de todos estos años, todavía están obligados a vivir en una situación muy difícil. No saben cómo será su vida, cuando podrán regresar a su propia ciudad, o cuando puedan encontrar trabajo en un lugar más seguro. Tienen pocas certezas.
Los recién llegados no pueden comprender plenamente el sufrimiento de estos supervivientes. Sin embargo, al menos, podemos estar con ellos - caminar, llorar o reír con ellos, incluso cuando no tenemos el lenguaje para mostrar nuestros sentimientos hacia ellos. ¿No es esta la manera en la que nosotras, como lo hizo Filipina, podemos difundir el amor del corazón de Dios y demostrar que Dios está siempre con nosotras?
Masako Egawa, RSCJ, Provincia de Japón Imagen: Montones de bolsas negras llenas de tierra contaminada por radiaciones que se extiende a lo largo y ancho. – Masako Egawa, RSCJ