¿Que barco habrá que tomar?
Todos los que formamos la familia del Sagrado Corazón estamos invitados por el Capitulo general a cruzar nuevas fronteras. Eso significa estar despiertos como buenos centinelas, otear el horizonte, avizorarlas, enamorarse de ese territorio que estaría más allá de ellas y sentir como “jalan” para ponernos en marcha. Pero ir hacia ellas, significa también estar dispuestos a dejar los lugares donde estamos instalados, estar abiertos a lo nuevo, acoger lo que se va descubriendo, examinarlo, y orarlo delante de Dios. Y también es necesario hacer planes, primero, para llegar a esos “territorios” nuevos, hacerse pobre de espíritu para reconocer nuestra ignorancia, descalzarnos, y pedir permiso para visitar eso que es inédito para nosotros.
Y pongo entre comillas “territorios”, porque pueden ser lugares físicos como lugares personales, interiores. Por tanto, muchas veces tampoco sabemos el medio de transporte que hay que tomar, ni la visa que hay que conseguir, pues los permisos para entrar, a veces solo nos los dan si somos llamados a prestar alguna ayuda. Por ejemplo, ¿cómo llegar a traspasar la frontera que se eleva dentro de las personas o los pueblos cuando parece que lo más importante es consumir y consumir? ¿Cómo llegar a territorios de personas que solo se mueven por las cosas que se ven y se tocan y no confían que lo mejor que llevan dentro y que pugna por emerger los va a hacer más felices? ¿Cómo ayudar a descubrir, atravesando desconfianzas, bajas autoestimas, depresiones, a ese Espíritu, con mayúscula, que hay en el interior de cada persona y que nos quiere hacer decir ABBA?
Y si cuando ya vislumbramos algo nuevo surgen las dificultades, aprendamos de Filipina a seguir escuchando la llamada, alimentarla, orar como ella hizo y no perder la oportunidad de trabajar para poder embarcarnos en nuestro particular Rebeca.
Esperanza Calabuig, RSCJ, Provincia de Las Antillas, CubaImage: Lin Miao-chen