Virtudes necesarias para cruzar fronteras: la oración, el celo misionero y la humildad
La oración ha modelado la vida de Filipina, la ha ayudado a abrazar sólo lo que era esencial en la vida, los impulsos de Dios. La oración impulsó a Filipina a dejar a su familia tan confortable para convertirse en una religiosa, dándose totalmente a los que están en los márgenes de la sociedad. El hecho de abandonar su propio país e irse a América, con sus compañeras, para convertirse en la primera misionera de nuestra pequeña Sociedad, le dio fortaleza y valor. La oración aumentó su amor y confianza en Jesús. Ella diría: "la que tiene a Jesús lo tiene todo".
Además, a la edad de 71 años, cuando ya no era capaz de hacer mucho, acompañaba a sus hermanas y a otras personas con su oración. Filipina estaba llena de celo misionero, pero la incapacidad de hablar el idioma de la gente que amaba, así como otras dificultades que encontró, nos ponen delante a una mujer que aceptó e que incluso abrazó, con la humildad, sus limitaciones. Esto le permitió prolongar la bondad de todos los que tocaba.
La imagen comunica de modo impresionante la vida de Filipina centrada en Dios. Nos muestra cómo sacó del Corazón de Dios la fuerza, el celo, la humildad, la sabiduría y todas las gracias necesarias. La pasión de Filipina de cruzar fronteras nos impulsa a salir de nuestras zonas de confort familiar y a abrir las puertas de nuestros corazones a todos aquellos que sufren en nuestro entorno y más allá de nuestros límites físicos. Tenemos que prestar atención, actuar como un cuerpo que atiende a las necesidades de quienes llaman a nuestras puertas, invitándonos a cruzar nuestras fronteras socioculturales, políticas y económicas. Ella nos muestra cómo hacerlo. Que nos atrevamos a seguir los pasos de Filipinas.
Penina Ann Wambale, RSCJ, Provincia de Uganda - KeniaImagen: Milton Frenzel