Vivir con el corazón de Filipina
He conocido a Filipina Duchesne a través las historias que distintas RSCJ contaban y a través de lo que se ha escrito sobre ella. Después tuve la ocasión de visitar en Estados Unidos algunos lugares donde vivió. Con Filipina, he visto con el corazón en la mano como mi vida ha sido, como la de Abraham, una marcha física, intelectual, psíquica y espiritual, un caminar que me conducía a mi interior, a los demás, a la naturaleza y a Dios, con una alegría interior profunda. Lo que sigo experimentando relacionado con ella, cuando contemplo su apertura en el Rebecca según el retrato, es la importancia de cruzar fronteras, las fronteras culturales, religiosas, Norte/Sur, sociales (ricos/pobres).
Empezando su misión sin nada, Filipina me enseña que la verdadera pobreza humana no está en la falta de dinero sino más bien en no tener corazón y en la falta de amor al otro. Como lo dice Don Helder Camara “Nadie es tan pobre que no tenga algo que ofrecer, nadie es tan rico que no necesite ayuda”. Filipina nos enriquece a todos con su persona. Templo del Dios vivo, Filipina Duchene me ha hecho experimentar con su persona que: “Descubrir y manifestar el amor del Corazón de Cristo por el servicio de la educación” es un patrimonio universal vivido en lo cotidiano por toda RSCJ y por todos aquellos que decidan vivirlo.
N’guénta Nakoye Mannta (Juliette), RSCJ, Provincia de ChadImage: Margaret Mary Nealis, RSCJ