Año de Oración - mayo 21

Silencio

La vida de Filipina está marcada por muchas cualidades. La más significativa para mí es su silencio, que atrajo a muchas personas en su época y que todavía hoy afianza nuestros corazones. Esta herencia del silencio era primordial en la vida de Filipina, le permitió permanecer centrada en los caminos interiores del Señor y actuar radicalmente. La vida interior que vivía, le permitía aventurarse a nuevas fronteras en respuesta a las llamadas de su tiempo. Vivió una vida como la de María, la madre de Jesús. El silencio de Filipina es una enseñanza que queremos entender mientras navegamos en nuestras vidas. Queremos ser silenciosas interiormente y estar presentes, para los demás sin usar muchas palabras. Su manera extraordinaria de vivir cada día en profunda contemplación le permitió crecer en unión con Jesús. Rezo para que Filipina interceda por nosotras de manera que podamos también crecer en la vida interior para la misión, dondequiera que Dios nos envíe. Aunque el lenguaje habitual de comunicación falle, querida Filipina, deja que tu ejemplo y las gracias de Dios nos hagan creer en la calidad del silencio. Que podamos caminar sin descanso por senderos inexplorados para descubrir un lenguaje sin palabras que afiance nuestros corazones a las cosas de Dios. Reza por nosotras para que permanezcamos ancladas en nuestra fuente de vida, el Señor, que te preparó para la misión en el Nuevo Mundo. El Señor tenía todos los instrumentos necesarios implantados en el almacén de tu corazón. Que puedas obtener para nosotras las mismas gracias para ayudarnos a esperar con paciencia, silencio y confianza, mientras Dios prepara nuestros corazones para nuevas fronteras, nuestras nuevas llamadas en el siglo veinte y uno.

Ursula N. Bugembe, RSCJ, Provincia de ChadImagen: Emil Frei